martes, 2 de abril de 2013

Cómo perder una amistad en un sencillo paso

Es común prestar un libro o una película, en nuestro afán de compartir experiencias únicas que nos han dejado la literatura o el séptimo arte. Pero la tragedia empieza cuando no los vemos de vuelta, nunca.

Creerán que por un pequeño libro que se puede volver a comprar o por una película que ya se ha visto no se puede perder una amistad. Pues más equivocados no podrían estar. Para empezar, una persona que no devuelve algo prestado se vuelve alguien de desconfianza, por alguna razón ya no podemos ver a ese individuo con los mismos ojos. Llegamos a la conclusión de que es alguien en quien no podemos confiar el cuidado de bienes ni de relaciones.

No presté atención al dicho "a los amigos, ni se les fía ni se les presta" hasta el día en que vi las pérdidas.

Y es que a veces queremos con tanta urgencia ayudar a nuestros amigos, que nos olvidamos de nosotros mismos. No tengo la intención de crear un sentido de egoísmo ciego en los lectores. Es importante entender la diferencia entre ayudar y salvar a los amigos.

Ayudar a un amigo implica ser un apoyo en un momento de necesidad con los recursos a nuestro alcance sin que eso afecte nuestro futuro o forma de vida. Salvarlos lo defino como desprendernos de todos nuestros recursos arriesgando futuro, forma de vida y amistad.

Un caso común es el amigo pide-dinero. Todo el tiempo estará pidiendo préstamos para cubrir deudas o salir de apuros. Hay muchos, pero éste en especial se dedica a promover una vida lastimera, en donde apenas tiene para comer o sustentar los gastos básicos, siempre saca a colación su vida de pobreza. Sé que suena feo o triste, pero este amigo es vendedor experto de lástima. La peor parte es que su vida es tan miserable que nunca se toma la molestia de pagar, incluso se esconde para no liquidar su deuda. He caído en este tipo de trampas.

Pero, ya hecho el daño, lo importante es el aprendizaje. Una persona que no paga o no devuelve lo prestado, no puede volver a nuestro círculo de confianza, lamentablemente todos sus actos deben ser vistos bajo lupa. No devolver algo a un amigo es casi como traicionarlo, pues damos a entender que no podemos valorar sus bienes ni la posesión que tiene sobre ellos.

Tal vez muchos no estén de acuerdo conmigo, incluso defiendan la postura de que los bienes materiales no deben romper amistades, que vale más un buen amigo que el dinero. Pero pregúntense ¿cómo se sentirían si se quedaran ustedes en posesión de un objeto, por más insignificante que éste sea, de su mejor amigo?, ¿podrían verlo a la cara como siempre lo han hecho?

Por eso concluyo esta entrada tan reflexiva, no presten ni dinero ni bienes a un amigo, si no quieren perder ambos.

Tenshi

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