La mala ortografía: para mí es imperdonable y me causa mucha angustia incluso escribir con una falta de ortografía o error gramatical. También me molesta el hecho de no saber cómo se escribe una palabra, incluso no la uso (hablada) si tengo duda acerca de cómo escribirla.
El aliento alcohólico: debiera haber una ley que obligue a los alcohólicos a lavarse la boca más seguido o a masticar chicle siempre. Puedo detectar a alguien que tomó recientemente a través del olfato y realmente es desagradable, parece que emiten alcohol echado a perder a través de cada poro y el aliento es lo peor.
La necedad: no encontré una palabra mejor para describir a aquellas personas que sienten que siempre tienen la razón y causan problemas por ese motivo. Tener la razón siempre (el hecho de creerlo como verdad absoluta) es una forma de demostrar que sólo se desea el control absoluto sobre las cosas. Además que crea una personalidad gruñona, amargada e incluso violenta que contamina todo a su alrededor.
La falta de responsabilidad: es algo que nadie quiere admitir pero que he visto en casi todas las personas que conozco (que conozco muy a fondo). La irresponsabilidad parece ser un mal hábito que llegó para quedarse. Cuando digo que una personas es irresponsable me refiero a aquéllos que prefieren quedarse a trabajar hasta tarde con tal de no ver a su familia para no meterse en más problemas (se refieren a no resolver los problemas familiares), aquéllos que piensan que, con tal de ganar un cliente, una amistad o una pareja, pueden hacer mil promesas sin preocuparse de cumplirlas, sin saber que el hacer una sola promesa y cumplirla es más responsable que el hacer miles de ellas sin cumplir una sola. También me refiero a las personas que creen que con aportar dinero a la familia pueden llegar a echarse a ver el televisor y pedir que no se les moleste. Me refiero a quienes usan de pretexto una religión para cometer actos barbáricos y después usan a ángeles y demonios (se oye mejor que deidades pero el término aplica) como responsables de sus vidas (destino, culpas, posesiones).
Las mentiras: sé que es imposible hacer que todos los seres humanos digan la verdad y es algo que no puedo cambiar, es algo con lo que pude lidiar, aunque debo admitir que es desesperante. Pero lo que realmente me enoja son las personas que obligan a mentir a otros: papás que piden a sus hijos decir que no están para evadir una responsabilidad (ver punto anterior), pedir al empleado que diga que el producto va en camino cuando sabemos que ni ha salido, pedir al contador que busque maneras de evadir impuestos, ese tipo de mentiras y muchas otras.
Los machos: me crié con uno y he conocido a varios en todos estos años. Los defino como aquellos hombres que dicen trabajad duro y aportar dinero al hogar, pero que pasan el resto de la tarde echados frente al televisor, esperando a que los alimenten, les laven la ropa, les sirvan un vaso de agua, les cambien los zapatos (esto también me tocó) y que toda su prole (llámese hijos) tenga que estar atenta a ver qué le falta al hombre de la casa. Lo único que aportan estos hombres es dinero, pero hoy en día las mujeres somos mucho más exigentes y ya no somos sirvientas por un salario miserable, podemos trabajar y hemos demostrado ser más inteligentes que ellos en área que se consideraban masculinas, además tenemos la mente más abierta que ellos. Además los bancos de esperma y las inseminaciones artificiales son más baratos que trabajar todo esto para un hombre. Así que si no aportan trabajo real en casa y no se saben hacer sus cosas básicas y mínimas, realmente vale que tengan muchísimo dinero porque de otra forma se han vuelto obsoletos e inútiles. Ok, nótese por favor mi aberración al macho, no al hombre colaborativo y moderno.
Los padres golpeadores: creo que es una de las cosas que más me han hecho daño en esta vida, más abajo expongo la segunda cosa que más me ha dañado. Cuando veo a un padre golpeando a su hijo no puedo explicar muy bien las emociones que en mí se mezclan, mucho odio, ira, rabia, miedo, rencor, deseos de agarrar a golpes a ese padre inconsciente que no merece ser llamado tal.
Los gritos: no sé si sea por problemas físicos (oído débil y dolores de cabeza constantes) o psicológicos (golpes y regaños desde pequeña) pero en general no soporto el ruido ni mucho menos los gritos. Creo que tendrá que ver con el hecho de ser golpeada en la cabeza cada vez que alzaba la voz, es una posibilidad. Aquí es donde entran todas la formas de relajación que conozco, pues al escuchar a alguien gritar me quedo totalmente callada y reflexiono acerca de que los necios necestitan elevar la voz para ser escuchados pues saben, dentro de sí mismos, que no vale la pena escuchar su discurso. Si no lo creen, recuerden a Hitler en sus discursos, al Peje cuando perdió su campaña o a sus padres intentando tener la razón ante la sabiduría e inocencia infantil.
Los comerciales del Gobierno y campañas electorales: empiezo con asuntos políticos. En general tengo una pequeña obsesión de estar oyendo el tono de la gente al hablar y buscar palabras que puedan indicar mentira o algún otro defecto. Lo malo es que cada comercial (radio o TV), ya sea electoral o de gobierno, destila mentiras. Es molesto ver cómo usan a la gente para hablar bien de Don Felipe y saber que ni ellos mismos se la creen (vocabulario, gestos, lenguaje corporaltenso,etc.) También me causa gran pesar ver desperdiciados espacios publicitarios en comerciales nada originales y que sólo se usan para atacar a otros partidos por parte de los candidatos que competirán hasta el año que entra.
Ver las noticias a la hora de la comida: si hay algo más desagradable que comer comida mala, es ver las noticias mientras se hace esto. El proceso digestivo ocupa aproximadamente un 80% de la función cerebral, por lo que agregarle un gran estrés al 20% restante puede ser contraproducente. Las noticias tienden a ser malas y sensacionalistas, además de repetitivas, son un gran factor de estrés (innecesario) mientras tenemos el placer de comer, deberían estar prohibidas durante la hora de la comida. En general ver la TV mientras se come no me parece un hábito sano. Aunque lo que realmente me molesta es tener que convivir con personas que tienen este hábito (peor aún si vivo bajo el mismo techo que dichos humanos).
Un hombre con un control remoto: todos tenemos algún tic indeseable, pero he visto que la mayoría de los hombres tienen uno en común y pareciera que es una plaga. Ponerle un control remoto a un hombre es condenarse a ver un nauseabundo carrusel de imágenes que van desde la horrible novela de la tarde hasta la misma noticia amarillista vista desde 10 ángulos diferentes por las únicas dos televisoras del país; todo esto en menos de 2 minutos. A eso se le suman todos los comerciales que hay entre esos programas.
En fin, son algunas cosas que llegan a volverme loca y atentar contra mi paz mental, tal vez parezca exagerado pero si lo piensan, tener mucho de cualquiera de las anteriores, fastidia.