La duda que queda en el aire es si Jobs realmente preveían necesidades que nadie más podia ver o creaba necesidades inexistentes. Cualquiera de las dos opciones son un caso interesante para una clase de Análisis del Consumidor.
Estamos en una época en que la marca trasciende al hombre y el hombre trasciende a la marca. Apple no es sólo una marca, es un estilo de vida, implica ser moderno, estar a la vanguardia tecnológica, ser alguien con estilo. Un diseño minimalista en el logotipo, así como en la imagen del hombre que le dio vida, ha dado la vuelta al mundo, ha creado partidarios, fans, críticos, detractores, enemigos, competencia, amigos, es decir, no ha pasado desapercibida. Como un caso mercadológico Apple y iPod (y los gadgets subsecuentes) son materia de estudio a caudales, pues implican el uso de campañas altamente efectivas que invitan a las personas a realizar la compra de aparatos que, desde el punto de vista de cualquiera, no entraban en ninguna categoría mental.
Hace algunos años era imposible imaginarse salir de casa sin un walk-man, que tenía un cassette con pocas canciones que implicaba menor tiempo de trotar, andar en bicicleta o realizar actividades en la oficina. Poco después el discman sustituyó a este aparatito y ahora se podían escuchar más canciones. Pero vino el iPod y revolucionó todo este mercado que avanzaba con pasos pequeños, con miedo a imaginar más. Tener un iPod implica infinitas posibilidades (me robé esta frase de una película "The Perfect Man") para cualquier lugar donde nos encontremos y deseemos escuchar NUESTRA música, con cientos y miles de canciones, videos, juegos y programas que amenizan nuestra labor diaria.
Es increíble (desde mi punto de vista "increíble" no es sinónimo de "malo" sino de "asombroso") cómo todo el mundo llora la muerte de este hombre, cómo las tiendas de Apple son sede de altares, flores, veladoras, manzanas, iPods, hojas impresas y todo aquéllo que se les puede ocurrir a los acongojados fans que van más allá del porducto y la lealtad a la marca. Me sorprende pues se creó un sentimiento que movió al mundo (en un buen sentido) a rendir homenaje a alguien que creían como un amigo, alguien que les dio algo de sí (una gran idea, debo admitir) para mejorar su vida y su mundo.
Ahora millones de personas alrededor del planeta no imagina su vida sin su iPhone o su iPad y qué decir de su iPod, es un instrumento básico para la vida diaria. Tal parece que estos gadgets que vienen a amenizar nuestras pesadas cargas nos brinda una felicidad extraña, instantánea y tal vez difusa. No planeo criticarlos pues algo (llámese así a lo que en marketing llamamos "producto") que nos causa bienestar y nos crea una sensación de satisfacción no puede ser tan malo como algunos lo pintan.
Steve Jobs es un ejemplo de posicionamiento de la marca, pues él como persona también puede cosnsiderarse una marca, ahora queda esperar si este suceso, más allá del factor emocional, lleva a la empresa a un pequeño pico económico, aunque no auguro, en mucho tiempo, grandes tiempos para Apple.
Dejo esta imagen que realmente me gustó al navegar en internet y que representa la fusión entre la marca y la persona apelando a la emocionalidad del público.
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