Pocas veces en esta vida, nuestras almas se cruzan con otras almas similares a las nuestras. En estos casos agradecemos los breves encuentros. Pocas personas pueden ser considerados mis amigos, pues por naturaleza soy ermitaña. Pero cuando alguien lo logra, puede tener toda mi confianza y un pedacito de mi vida.
Escribo esto porque debo despedirme de un amigo, yo que odio despedirme, yo que odio las separaciones. Y fue que dio la casualidad que encontré, como casi nadie en este mundo, a una persona que tiene la misma pasión que yo por Japón. Nadie había entendido lo que significa para mí y lo enamorada que estoy de ese país. Bueno, hasta ahora.
Hace más de un año tomé dos decisiones importantes en mi vida, por causas altamente emocionales (la principal razón del inicio de muchos movimientos decisivos, después me pongo racional). La primera fue iniciar a estudiar mi maestría, en un área que me encanta, Mercadotecnia. Pero no es mi primera ni verdadera pasión, no me malinterpreten, me gusta y me apasiona y es lo socialmente aceptable, pero hay niveles y el más alto lo ocupa Japón. La segunda decisión fue empezar a estudiar japonés (por azares del destino en la misma escuela que estudio la maestría), lo que pude lograr en mayo del año pasado (2011).
Fue el primer día de clases, llegué temprano. Cuando empezaban a llegar los otros alumnos, solamente se me ocurrió preguntar acerca de la profesora, quién sería, sería buena, cómo enseñaba. Fue cuando un muchacho, bastante alto y de voz simpática me dijo simplemente "es muy buena", sin dudarlo. Ahí lo conocí, ésas fueron nuestras primeras palabras, sin presentaciones, sin formalidades, como sucede en una clase entre compañeros.
Muchos entran a la clase de japonés por curiosidad, por hacer algo con su tiempo, por gusto hacia ciertos aspectos de la cultura japonesa. Pero pocos entran por el simple amor a Japón. Él es uno de ellos y somos afortunados de conocernos y haber compartido más de un año de clases, reuniones, pláticas, canciones en japonés, ideas, secretos, temores... amistad en pocas palabras.
Hoy él es uno de los pocos afortunados en irse a Japón a estudiar una carrera, sí, es un amigo que es casi 10 años menor que yo, pero como para eso de las amistades no hay ningún límite... en fin, él está cumpliendo un gran sueño en el que hoy no le deseo ni éxito ni suerte, le deseo algo más importante, felicidad y aprendizaje en este viaje que emprende. Los viajes ilustran, ¿uno de 4 años qué no hará con él?. Aprender de una experiencia tan única, pero ser feliz por ella es lo más valioso que puede suceder y algo que sólo las experiencias (y no las cosas materiales) pueden lograr.
El título de hoy dice "sayônara" que es un adiós para una persona que no se verá en un largo tiempo. Dos años para ser precisa (sin contar las vacaciones que él pasará en México). Es un sueño también para mí, que a su debido tiempo (con todas las circunstancias que debo cumplir antes) podré realizar; es entonces cuando estaré por allá saludándolo, en el país del que a nosotros dos se nos ocurrió enamorarnos.
Es por eso que agradezco por los pequeños encuentros, por los grandes momentos y por (las muy pocas) buenas y verdaderas amistades.
Odio las despedidas, pero hoy haré una excepción.
Tenshi
PD: Hoy es su cumpleaños por cierto. Inició su blog hace poco, siguiéndome en estos pasos blogueros, pero ahora será desde Japón.
PD: Hoy es su cumpleaños por cierto. Inició su blog hace poco, siguiéndome en estos pasos blogueros, pero ahora será desde Japón.
No sé porque nunca le di like/comenté/lo que sea a este post, siempre me anima cuando lo leo :)
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